Herramienta y Espacio

Nota: texto preparado como exámen para los proyectos de título de Diseño Gráfico de Dámaris Sepúlveda y Cristóbal Severin.

Estos dos proyectos, si bien abordan temáticas bastante diferentes, comparten un punto de vista y una utopía común. La primera y más evidente semejanza radica en su soporte digital (viven en la nube). Se trata de proyectos que proponen servicios distribuidos por Internet y diseñados para actuar simultáneamente en grandes extensiones de territorio. En este sentido, otro punto de encuentro de estos proyectos radica en que ambos piensan a escala país.

Esta naturaleza material (o inmaterial, si se quiere) de la nube trae una doble lectura, ya que puede pensarse como una herramienta o como un espacio.

  1. Es una herramienta por cuanto permite y aumenta la comunicación en todos sus formatos, transacciones de todo tipo, trabajo, etc. Como herramienta nos plantea el problema de la educación, ya que apela a cierta alfabetización y dibuja barreras de acceso.
    La utopía de la nube en cuanto herramienta canta a la malebilidad, el poder colectivo de insidir en el registro abierto, en los diálogos simétricos y en la convivialidad.
  2. También es un espacio, por cuanto da lugar a la participación colectiva y la interacción social. Es un espacio porque dibuja proximidades y distancias, con accesos, encuentros y fugas. Pensar la red como espacio plantea el problema de la libertad. Libertad de acceso y libertad de expresión. Plantea la dicotomía público-privado: la Red se reconoce pública en su ser privado.
    La utopía de la Red como espacio es la malla abierta, acumulable y extensible. Internet como bien y memoria pública.

Éste es el punto que distingue a los proyectos: Dámaris plantea el SNS como una herramienta de servicio público y Cristóbal trabaja en el espacio público de la participación (en MediaFranca).
Ambos proyectos, en cuanto obras, abren preguntas a propósito del sentido de la forma diseñada; preguntándose también por su función, pero más allá: por su condición social capaz de construir identidad y de inscribirse a partir de códigos culturales actuales. ¿Cómo se ven?, ¿cómo se lee y se opera en ellos? Esas son las preguntas que estos proyectos abordan.

SNS

El proyecto de Dámaris Sepúlveda se origina con un estudio abierto, sin proponerse una obra específica pero asumiendo un campo de diseño: el de los servicios, y junto con esto, se sumerge en el sistema hospitalario para abordar la experiencia del paciente en la salud pública.

El estudio inicial permite definir un modelo general de experiencia en salud e identifica oportunidades para el desarrollo de servicios digitales en torno a ésta. Finalmente se propone la plataforma SNS (Servicio Nacional de Salud) como un servicio Web que unifica la gestión de atención y comunicaciones de la salud pública en torno a la ficha digital del paciente. El proyecto concerto que logra finiquitar consiste en la arquitectura de información y diseño de interfaz de esta plataforma.

Claramente nos percatamos que el rol del diseñador, dada la envergadura utópica del proyecto consiste en asumir la estregia de transformar el proyecto en un argumento. Dicho argumento se construye como un lenguaje con un espesor o transversalidad capaz de tocar a diversos actores; políticos, estrategas, actores y agentes de los servicios, público en general, técnicos e implementadores, etc.
Dicho argumento es el siguiente:

Los centros de salud pública en Chile carecen de un sistema de gestión de la información centralizado ni interoperable. La comunicación entre el servicio y el público también es problemática e inside en una muy baja percepción del servicio, a pesar que la calidad de la atención médica es buena. Este proyecto propone una forma coherente e interoperable entre las instituciones, los médicos, el personal administrativo y el público en general a partir de una mirada centrada en las personas y en los componentes de interacción del servicios.

Con este proyecto apuntamos al diseño de una plataforma articuladora de la información (SNS) cubriendo el vacío institucional actual. Nos damos cuenta que más allá de reparar una situación local tenemos la oportunidad de construir los fundamentos para una plataforma abierta que permita la generación de nuevos servicios públicos digitales en el sector salud.

MediaFranca

El trabajo de Cristóbal Severin se inscribe en la línea de Diseño para la Democracia. En este sentido, la primera materia consistió en catastrar y estudiar los diversos modelos de interacción democrática como un modo para acceder a la forma de las grandes conversaciones.
El proyecto MediaFranca propiamente tal, parte con anterioridad, pero este año se lleva adelante una investigación para situarlo y contextualizarlo en el aquí y ahora. Esta investigación se propuso generar y validar una interfaz Web capaz de dar cabida al discurso colectivo de los asuntos sociales, construyendo un espacio público.

Mediafranca busca ser un espacio publico donde convergen personas, temas y lugares, para generar conversaciones relevantes a la ciudadanía. Uno de los principios fundamentales de MF es favorecer la convergencia de los discursos cívicos, evitando la disociación de conversaciones similares; en cierta medida recomponiendo un nuevo “cara a cara” dado en la intimidad de los temas.

Otro aspecto fundamental es que  la relación entre los temas y sus lugares constituyen un mecanismo para generar un volumen de opinión material que permite fundamentar la relevancia de ciertos temas emergentes, ya que se valora desde la colectividad, dando una mayor capacidad de coordinación deliverativa a las personas.

No menos importante es el registro acumulativo de los aconteceres sociales que se genera, al modo de una memoria pública. O memoria estratégica, en el caso que las insituciones (y todo lo demás) fallen.

Este proyecto se encuentra en fase de realización como software abierto.

Diseñar un Servicio

Jueves 10 de Junio de 2010 
Exámen de los talleres de 6ª y 7ª Etapa de Diseño Gráfico, Cuarto año. Este taller aborda un campo de diseño llamado “diseño de servicios”. En este campo, la atención se pone en la relación de los objetos de diseño; cómo, siendo reunidos y orquestados a la luz de un servicio, construyen como tiempo y una experiencia para las personas que los viven. Es decir, trata la misma materia (editorial, señalética, interfaz, etc) pero construye una mirada distinta sobre ella, pues se trata de un diseño de segundo orden. Al enfocarse en el diseño de una sistema es preciso enfocarse en aspectos más inmateriales y emergentes (como la comunicación dentro y fuera de él, la transparencia de sus procesos, la hospitalidad de su lenguaje, el tono de su lenguaje, sus relaciones, las percepciones y lecturas que desde él emergen, etc.), cuidando siempre de construir, directa o indirectamente, la experiencia de las personas que lo viven y padecen cuando lo recorren.

Esta ocasión abordamos, junto a Dámaris Sepúlveda (quien trabajó como ayudante del taller), el caso del Sistema Nacional de Servicios de Salud; tema que además ocupa su titulación.

Decimos que para diseñar un servicio es necesario mirarlo desde afuera, con esto me refiero a ponerse en el lugar de quien lo experimenta y lo vive; para construir una mirada que sirva de contrapunto con la mirada actual de gestión y administración. La dirección de un hospital trabaja desde adentro: debe gestionar recursos físicos, económicos y humanos, definir presupuestos, priorizar necesidades; en fin, debe sostener el servicio como un coloso sostiene al mundo para que no colapse. El servicio de salud pública vive en una permanente amenaza de colapso y su construcción se da en la reparación sucesiva, al modo de un palimpsesto. Con esto está casi demás decir que entrar a un hospital no es una experiencia en plenitud. Es más bien lo contrario.

Éste fue el campo que abordamos, desde la dimensión de la imágen que construye un tono de lenguaje, desde la señalética que orienta, desde la infografía que transparenta y desde la interfaz interna que permea y cohesiona todo el servicio. Trabajamos inicialmente en 3 hospitales (Fricke, Van Buren y Quilpué) pero finalmente nos concentramos en el hospital de Quilpué donde se construyeron las proposiciones y nos encontramos con la dirección del hospital como contraparte. Todo esto está expuesto en la sala 21, detrás del globo. No voy a relatar con la crónica del taller ya que redundaría con la exposición y la documentación registrada de la wiki. En vez de eso, quiero exponer la lección del taller que me dejó este taller, los errores, las paradojas y las preguntas abiertas. Creo que compartir esto es más significativo, porque desde el reconocimiento de esto, uno avanza.

Lo primero que aparece es que un servicio, en cuanto sistema, es completamente invisible. El croquis de observación requiere de otros modos de notación gráfica para conocer y registrar. Esto nos abrió una materia riquísima y nos obligó a preguntarnos particularmente por el modo de la observación en el diseño. Estudiamos con partituras de interacción o franjas temporales de experiencia como recorridos lineales dentro de la trama compleja del sistema, se anotaron mapas esquemáticos y plantas arquitectónicas para mostrar los circuitos de flujos y los procesos, se realizaron mapas conceptuales y diagramas de afinidad colaborativos para posteriormente llevarlos a modelos y esquemas, también visualizaciones y grillas estructuradas, dispuestas a recibir los “datos de campo”.

El croquis del hecho visible que es potente en penetrar la particularidad y permitirnos un nombre, se asoció con estos otros lenguajes, cada uno con su forma particular de registrar y expresar. El croquis no bastaba porque la particularidad y el detenerse no bastaba. Necesitamos herramientas que nos permitieran distanciarnos para ver el total, para construir ese salto al modo de la cartografía. Un sistema es más que la suma de sus partes, por lo tanto, coleccionar partes sólo ilumina parcialmente. Aquí apareció algo realmente notable. El lenguaje (la palabra) predestina al pensamiento y a la acción. La primera experiencia que tuve de esto fue cuando realicé un postgrado y tuve que estudiar en inglés. Ahí constaté que la articulación de los argumentos (desde sus entelequias) en inglés me llevaban a lugares que no podía llegar en castellano. Y vice-versa. Hay intersticios donde nos es posible llegar desde otra lengua y las acciones tomadas desde allí emergerán en formas necesariamente distintas.

Ahí está nuestra relación con la poesía. Ésto se ve claramente al yuxtaponer el croquis de observación por otra notación más sistemática. La observación conduce a un nombre y una medida, un esquema conduce a un diagnóstico y a un juicio, para tomar una decisión. Desde ahí todo cambia, porque se deja de festejar y se comienza a reparar. Este fue un punto crítico, sobre todo en un hospital: reparar es muy fácil, es lo primero (como está todo tan mal, es la primera trampa). Si la palabra que nombra es crítica y analítica el resultado será juicioso y cauto. La pregunta que queda abierta es cómo avanzar en una observación que construya una mirada para ver aquello que no se ve a simple vista, pero no desde una partida sistemática-estructurada sino desde una soltura y libertad poética, que se vaya tejiendo desde su realidad específica. Tal vez esto sea una paradoja, pero es algo que debemos abordar.

Esto se hizo difícil dentro del taller porque, como dije, el lenguaje nos predestinó a lo mesurado y convencional, no nos cuestionamos la condición misma de las cosas sino que hicimos propuestas incrementales, mejoras y reparaciones. Ciertamente no queríamos caer en eso pero el modo del ver el total nos alejaba de la particularidad, la aplazaba. Ahora me pregunto si es mejor avanzar desde la parte y ver desde ahí el total para detonar el desconocido

cada cosa cobija en su fundamento el signo divino de su origen

Tradicionalmente en esta escuela se accede a la poiesis creativa desde la permanencia y persistencia en la particularidad, se irradia desde un centro porque la observación es expansiva. Pero la mirada sistémica (sintética), que también es necesaria, requiere de otro invento, otro temple porque reconoce un soporte de trabajo móvil y difuso. Para un taller es más favorable construirse una mirada desde lo pequeño y particular para poder avanzar desde algo cierto, con ciertas cotas que guíen el trabajo. Para abordar esta complejidad de un sistema ¿debemos tener mirada del total o la mirada de la particularidad? Cuando Carlos anotaba ayer en el pizarrón:

El inabarcable horizonte de la realidad

¿nos quería decir desistiéramos del afán iluso de abarcar el horizonte para volvernos a la plenitud de lo próximo y finito? Este es el tipo de dilema donde la respuesta, creo yo, es tomar las dos alternativas simultáneamente, por muy difícil que esto sea. Ciertamente esta mirada sistémica nos aleja de lo inmediato, de lo táctil, de los sentidos; y nos sustrae a un plano abstracto de sintetizaciones y modelos. Lo complejo es que para esto había que inventarse una mirada y quisimos hacerlo desde la máxima transparencia y continuidad desde la palabra que nombra, a la forma que construye: Nos hicimos a la gramática de los mapas de palabras (llamados mapas conceptuales). La sintaxis detrás de estos mapas, dada su simpleza y versatilidad, permite tejer relaciones y extender redes conexas de términos relacionados, es decir, ofrece las leyes para la nodificación visual del lenguaje apelando a nuestra capacidad de distinguir, abstraer y conectar. Pero no arma un total para ser leído como figura; su lectura se da en la conexión de su tejido; uno debe recorrerlo al modo de un hipertexto. Un experimento del taller fue suponer que esta gramática inicial de palabras podría permitir avanzar hacia un modelo visual, construído como total.

Esta lógica de la parte y el total también tiene que ver con el trabajo en ronda. Creo que debemos construir el camino para que el trabajo pueda darse en ronda, para que la creatividad del grupo puede aflorar desde la diversidad. Esto es crucial para abordar una obra como esta, no sólo por su magnitud y complejidad, sino porque debemos aprender a construir sobre la palabra del otro, debemos aprender cómo la poesía puede ser hecha por todos.

Personas, no Usuarios

Bandada de estorninos

Nuestra escuela (específicamente el Taller de Investigaciones Gráficas .:TIG:.) ha seguido construyendo y desarrollando distintas aplicaciones y servicios para Internet como la Wiki Casiopea o la bitácora de Travesías, entre otros.

Cada uno de estos servicios funciona –hasta hoy– con usuarios registrados en listas separadas. En este escenario, más bien confuso, hemos decido unificar a todos los usuarios de los sitios de la escuela en un servicio único llamado Personas e[ad]http://personas.ead.pucv.cl

Este servicio es un SSO (Single Sign-On o firma única de acceso) que vuelve más hospitalario este ecosistema de aplicaciones ya que no será necesario introducir nombre de usuario y contraseña cada vez que accedas a un servicio si ya haz iniciado una sesión válida en otro. En otras palabras, con un único “user + password” podrás acceder a todos los sitios y servicios de la escuela, actuales y futuros.

Datos Privados y contraseñas

Es importante recordar que toda la información que tenemos de las personas registradas es confidencial y de uso restringido. Jamás será divulgada ni compartida con terceros. Asimismo, las contraseñas se almacenan encriptadas en nuestra base de datos por lo que es imposible conocerlas, incluso para el administrador del sistema.

Presentación de Proyectos de Gráfica Digital

Imagen Afiche ExpoEl curso de Gráfica Digital busca identificar oportunidades para el diseño de nuevas instancias de interacción a partir de necesidades y escenarios cotidianos. Al finalizar esta etapa, el curso ha diseñado 6 espacios de interacción en la forma de servicios digitales, los cuales serán presentados el día lunes 17 de Agosto en la Sala de primer año de Arquitectura.

Esta presentación será abierta y se extiende la invitación a todos los interesados.

Cronograma

  • 3.30 – Introducción
  • 4.00 – PROYECTA
    por Felipe Arenas, Leonardo Bahamondes, Myriam Meyer, Consuelo Miranda
  • 4.20 – Comunicacción
    por Sebastian Alfaro, Jaime Canet, Martina Knittel
  • 4.40 – puntojpm
    por Magdalena Novoa, Pamela Amigo, Javiera Sarratea
  • 5.00 – Intermedio
  • 5.20 - inmediata.mente
    por Macarena Goles, Damaris Sepulveda, Cristóbal Severin
  • 5.40 – AGORA
    por Manuela del Pino, Camila Vargas, Sandra Gatica
  • 6.00 – W.A.K.A. (world of artistic kreations association)
    por Javier Muñoz, Diego Oyarzún, Alexandra Saravia, Marcela Godoy
  • 6.20 – Término

Cada presentación tendrá una duracción máxima de 15 minutos + 5 minutos para preguntas del público.
Para más información de estos proyectos, ver la documentación en Casiopea.

Haciendo Trampa

γνοστι τε αυτϖν (nosce te ipsum) Esta inscripción, puesta por los siete sabios en el frontispicio del templo de Delfos, es clásica en el pensamiento griego. Muchos pensadores la han adoptado al igual que Sócrates y Platón, como uno de los principios de sus enseñanzas: “Cuando conoces a las personas, te vuelves inteligente; cuando te conoces a tí mismo, te vuelves un iluminado
Estuve conversando con mi papá acerca de por qué las personas solemos hacer —un poquito— de trampa. Él está preparando una presentación acerca del manejo del dolor y quiere hablar de este tema en particular porque ha observado a lo largo de estos años (y repetidamente) conductas tramposas como práctica generalizada (y socialmente aceptada) dentro de los servicios de salud. Y esto lo trae a colación porque es precisamente el dolor (y el manejo de él) lo que se ha vuelto un indicador de la calidad del servicio que se le entrega al paciente operado. Primero que nada, me parece sorprendente que el dolor, una de las experiencias más traumáticas y temidas de lo que nos prodría ocurrir en el ámbito hospitalario, recién1 se comience a medir para evaluar el estándar del servicio. Osea, el diseño de servicios con metodologías (y mediciones) centradas en las personas es un paradigma que recién comienza a penetrar en los servicios de salud. Y esto pasa, no por que se les haya ocurrido desde adentro de estos servicios, sino porque es una imposición que viene desde los sistemas de acreditación internacional. Osea, los médicos y profesionales de la salud recién ahora se vienen a preocupar del dolor —por lo tanto, de la experiencia del paciente— como algo que vale ser la pena considerado. Todavía están lejos de ver que es el producto final. ¿Dónde está la trampa, el engaño? Dan Ariely, hace una exposición brillante de este tema en TED (Our Buggy Moral Code) donde explica, como paciente hospitalario, en qué fallaban las enfermeras y cómo funcionaban con un “modelo persistentemente errado” del paciente donde lo hacen sufrir más de lo estrictamente necesario: Lo que dice, en resumen es que:
  1. Mucha gente puede (suele) engañar;
  2. La gente engaña por poquito ya que hacemos un delicado cálculo entre el beneficio de la trampa y el castigo por ser pillado;
  3. Cuando se le recuerda la moral, o se hace alusión de algún tipo, la gente hace menos trampa;
  4. Cuando nos abstraemos del dinero (lo disfrazamos de algo distinto, por ejemplo, fichas) la gente engaña más;
  5. Cuando vemos que la gente engaña en nuestro medio, el engaño aumenta.
Tal vez estas afirmaciones no nos extrañen demasiado. Los que vivimos en Chile estamos acostumbrados a vivir en un medio donde se engaña y el que deja de hacerlo es tildado de “poco vivo”. Sin duda vivimos en un país donde se tiende a reventar los sistemas abiertos con beneficios democráticos2; en definitiva, deterioramos cualquier sistema basado en la confianza. Esta realidad vuelve altamente problemático el diseño de sistemas digitales para la colaboración y la participación en Chile. Tal vez el mero acceso a este modo digital y a esta cultura de la participación sea un filtro suficiente, pero no podemos partir desde esa base excluyente ya que todo nos indica que la penetración de la tecnología es exponencial y debemos diseñar para que así sea. Lo que hace Ariely es demostrar, a nivel sistémico-social, es que nuestro código moral tiene ciertos grados de perversión irracional y que son aparentemente naturales. Lo complejo es que son tendencias emergentes dentro de estos sistemas de interacción social, por lo tanto, debemos diseñar estos sistemas con un “modelo de persona” correcto. ¿Cómo generar participación y colaboración donde la confianza y el capital social son factores disminuidos? ¿Cómo podemos tener sistemas abiertos y maleables pero inmunes a la trampa? Tal vez la clave esté justamente en la ecuación costo-beneficio de la trampa. La idea es no cohartar las posibilidades de las personas3 ni disminuir las posibilidades del sistema sino más bien tomar optar por la transparencia radical como factor autoregulador de la moral. ¿Será eso suficiente? ¿Cuales son los escenarios oscuros? Se aceptan sugerencias…
  1. ¡en EEUU a partir del 2003! []
  2. como los recitales gratuitos de Belmont en las dunas de Concón que terminaron desastrosamente… en fin, cantidad de cosas “buena onda” que dejaron de serlo producto del abuso. []
  3. como todos los engorrosos trámites que se nos exije para “autenticarnos” y volvernos confiables; todos los permisos a favor de la seguridad y en desmedro de la maleabilidad. Y todo esto ocurre porque potencialmente somos muy tramposos. Es como el pecado original. ¿Se imaginan la velocidad de todos los trámites si el sistema estubiese basado en la confianza? ¿todo el tiempo que perdemos en demostrar que nosotros no vamos a delinquir? []