Evolución y Ocupación del Espacio

Exposición:

{Texto introductorio, guía para el lector que quiera adentrarse en las láminas}

Historia de la Humanidad: Su Evolución y Ocupación de la Tierra desde su Origen hasta el Año + – 0
Viernes 29 de Abril de 2005, 16.45 horas, Aula Claudio Girola

A primera vista, estas láminas se muestran como un mar tipográfico, algo intimidante incluso, como para animarse a entrar en él; por lo menos, es lo que me ocurrió a mí la primera vez que me enfrenté a uno de estos cuadros, cuando Gastón nos los expuso en la Ciudad Abierta, hace ya casi dos años. Me quedé detenido en el arreglo mismo, en la coincidencia de textos cruzados, en la particularidad del espacio tipográfico, o la proeza de complejidad (me acordé de la película “Matrix”) se podría decir, me quedé atrapado en la superficie de la lámina.

Claro, hay que reconocer que esta superficie es altamente compleja, no es un espacio tradicional donde los ojos del lector puedan correr descansando en la garantía de la lectura convencional sino que el lector debe primero ubicarse
.
Pero ¿en qué radica lo cifrado de estas láminas?
En que el espacio bidimensional de los cuadros, está sometido a un sistema de escritura donde cada anotación se reconoce dentro de un arreglo cartesiano de espacio y tiempo. Pero es un poco más complejo que eso, porque uno podría pensar que todas las anotaciones se han “puntualizado” en esta grilla cartesiana como si se tratara de un gráfico (como hay tantos, especialmente en la física cuántica, a la manera de infografías para comprender fenómenos como el envejecimiento de las estrellas o la explicación del “horizonte de sucesos”, frontera de un agujero negro) sino que, al tratarse de una grilla tipográfica, siempre está latente la palabra y luego la frase, que comienzan a tejerse y trenzarse como hilos o cuerdas de este arreglo. Dicho de manera más simple, los elementos discretos constitutivos de estos arreglos (o matrices) son puntuales en cuanto letra, pero lineales en cuanto palabras o frases. Pueden comportarse como puntos o líneas, dependiendo de la escala con que se esté leyendo, o el grado de fineza del lector, que es su punto de vista.

(Sospecho que esta explicación, en vez de aclarar, complica más…)

Bueno, primero que nada, el lector debe estar informado de que el material aquí expuesto, en cuanto contenido, es de una extensión gigantesca. Incluso aventuraría a decir que (dejando de lado la Biblia) es la obra de mayor magnitud como contenido escrito o editado: abarca un período de tiempo de 15.000.000.000 (quince mil millones de años, desde el origen del tiempo hasta el año 0). Y en cuanto espacio, abarca la totalidad del planeta, por lo menos desde que aparece, en el cuadro 2º.

Esta grilla tipográfica está compuesta por una tipografía monoespaciada Courier. Esta es la fuente de las máquinas de escribir, donde todos los caracteres debían tener el mismo ancho para facilitar el sistema mecánico de la escritura del golpe. Desde esta partida espacial del “monoespacio” es que se permite dibujar una grilla cartesiana de caracteres. La proporción tipográfica de cada carácter es de dos cuadrados en sentido vertical, es por eso que cada cuadro tiene el doble de columnas que de filas. Son 625 columnas que establecen la dimensión espacial y 313 filas que determinan la progresión temporal a medida que avanzan en el sentido de la lectura, es decir, desde arriba hacia abajo.

Sobre esta grilla elemental (de caracteres) se sobrepone otra, más gruesa: Se trata de 50 áreas de ocupación de la tierra, que corresponde a la primera fila del cuadro y determina 50 columnas que se explicitan en el mapa. A su vez, cada fila corresponde a un lapso de tiempo que progresivamente se afina en progresión geométrica. Como regla general, cada cuadro es el doble de fino que el anterior, o dicho de otra manera, abarca la mitad del tiempo que el precedente. Así, en el cuadro primero, cada fila corresponde a 50 millones de años y luego cambia de escala a 25 millones de años. En el cuadro segundo cada fila corresponde a 12.500.000 años y así sucesivamente (con cierta regularidad) hasta la última lámina, donde cada fila corresponde a 1 año. Esta medida está expresada en la parte superior izquierda de cada lámina se define su escala temporal.

Es también, el progresivo afinamiento del tiempo, el cálculo que requiere esta obra, se trata de la consistencia del total, que trae su propio cierre. En cierta medida, imagino que corresponde a al cálculo para la dispersión más o menos homogénea –o legible- de información que progresivamente se vuelve más numerosa. Pero también, digo que cierra el trabajo en la medida que no puede afinarse más aún, ya que la densidad de la información reciente impediría la legibilidad. (De hecho, Gastón me dice que las últimas láminas son “las más feas”, porque ya es más difícil reconocer los patrones de desplazamiento y ocupación, porque se pierden en el mar tipográfico).

Bueno, estos cuadros tipográficos (bidimensionales de espacio y tiempo) tienen, de cierta manera, algo reñido con el sentido común más convencional: de ahí la dificultad para que cualquiera las lea. Ocurre que el tiempo está representado con una dimensión. Estamos acostumbrados a lidiar así con el tiempo, existen innumerables “líneas de tiempo”, pero es más difícil encontrar “líneas de espacio”. Uno podría pensar que estos cuadros están mal, porque la extensión de la tierra no se puede reducir a una línea determinada por relaciones de vecindad entre las distintas áreas. Alguien podría decir que: “Mejor sería hacer un arreglo tridimensional, donde el mapa es bidimensional (es decir, convencional) y el tiempo una proyección en capas sobre este mapa.” La idea es buena, pero sería poco legible, a menos que se transformara en una película. La película no podría ser tipográfica por lo tanto quedaría en una cartografía animada. Sin duda contendría mucha menos información que lo que hay en estas láminas. También tendría menos libertad en términos de anotación.

Lo que ocurre es que el interés del trabajo, como lo dice Gastón, está en la ocupación de la tierra, y por lo tanto de los desplazamientos que ocurren en el tiempo. Es por eso que este arreglo tipográfico permite contextualizar los escritos con patrones o dibujos de desplazamiento, que son las líneas diagonales, o mejor dicho triángulos que se ensanchan en la medida de que determinada población extiende sus fronteras de ocupación. Curiosamente esos caracteres no se leen como texto, sino que como dibujo. Se trata de las “estelas” de las cosas, no de las cosas mismas.

Gastón recoge información de otros (que está en colores) y anota sobre eso (en negro). La información de los otros debe cumplir dos cosas: contener una medida de espacio y otra de tiempo, para poderlos ubicar en el arreglo. Pero el valor está en la construcción de la continuidad de los elementos discretos, las anotaciones. Por eso aparecen la estelas, las trayectorias, que son todos elementos que escapan de la lectura horizontal.

Así, se presenta este modo de hipertexto que se juega entre lo simultáneo y lo continuo donde todo queda contextualizado o, mejor dicho, “mapeado”.

Espero que estas claves para el lector no tapen, como los árboles, el bosque.


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