Exámen del Taller de Cuarto Año

1. De lo simultáneo y lo continuo

   El diseño gráfico ha de jugarse en esta ecuación doble, es decir, desde estas dos variables inseparables. Muchas son las facetas de esta ecuación irreductible para la gráfica, por ejemplo una, la relación imagen – texto, o más propiamente, dibujo y escrito.

   El taller le encomienda a los alumnos salir a dibujar, pero les exige la construcción de un sistema de dibujo para la anotación con acuarela. Han de construirse una nueva croquera que sea contenedor de las humedades propias de ella, de una paleta de colores, de un apoyo, de un acopio. Atril de pintor, a la mano, llevable, posible: reapasionamiento del acto de dibujar.

   El dibujo, por su lado, ha de tener ciertas condiciones:

  1. El formato: un octavo. Unidad discreta de la anotación. Cada uno, un total.
  2. Elementos constituyentes: dibujo (acuarela) y escrito (observación), además un folio (para poderlo citar) un título (que nombre) una cifra gráfica (que anote y sintetice el dibujo: un abstract gráfico). En total, 5 elementos para cada octavo, unidad original y originadora del estudio.

   Este dibujo es el que bien puede colgarse en la exposición del taller, bien puede constituirse como página de la carpeta, tal es su versatilidad y su consistencia modular. Esta fue la medida de anotación del taller.

 

2. Ordenamiento espacial  

   Llegan al taller con sus dibujos y se procede a exponer: encuentro de las particularidades, de dibujos y personas. El acto de la exposición es avanzar sobre la particularidad de la unidad a la especialidad del discurso mayor (en este caso, discurso hecho por todos), expresión de la actualidad del taller.

   Los dibujos se disponen, se espacian. Lo primero que ocurre es la agrupación natural (agrupación temática) y se define un número de contenedores mayores. Aparecen los grandes títulos del taller luego de un corto debate pues la consistencia de las pilas de dibujos habla por sí sola, se verifica ahí.

   Luego, se procede a ordenar internamente cada uno de estos grupos, se definen progresiones, secuencias, decursos y variaciones.

   Pareciera que todo esto es natural y obvio, todos concuerdan. Lo dibujos están todavía en el suelo, pero se han configurado en un arreglo cartesiano, 6 metros de largo por 2 de alto.

   El largo corresponde a los múltiples títulos, a las grandes miradas a los princiaples temas. El alto es su desarrollo, las variantes, las acepciones. Todos concuerdan en ello.

Nota al margen:
Premonición del arreglo cartesiano espacio- tiempo de las láminas de Gastón Maturana.
Otra faceta de la ecuación simultáneo-continuo: El espacio que ha de recorrerse en la libertad de quien ambula en una exposición. Todo está dispuesto, los posibles recorridos, múltiples.

   Este arreglo o configuración, donde la unidad trasciende su valor intrínseco y se permite otra disponibilidad, la disponibilidad de ser “parte de”, significa un salto significativo hacia otro espacio, uno mayor. El aire ya no se colapsa entre las páginas del libro editado, ellas se dispersan y el lector, recorre entre ellas en un aire común.

   Este arreglo cartesiano, sin embargo, está aún lejos de conquistar el espacio de la sala, porque es macizo y monolítico, no disperso, no dispuesto a ser atravesado en la libertad de quien ambula en la exposición. Esto depende de cual es la materia que se expone.

   La exposición: “La historia de la Humanidad, su Evolución y Ocupación de la Tierra hasta el año +-0”, de Gastón Maturana, fue un encargo particular porque la materia a exponer era esencialmente un texto único, ritmado modularmente en cuadros. Podríamos decir, no susceptible a volverse exposición dispersa porque el total se configuraba como una  sólido coherente. Era la exposición de una teoría.

   Única pausa, el cuadro 8: prólogo aclaratorio. Ahí se introdujo el quiebre y la viga pudo tener un aire para atravesarla. Pasó de ser un largo único con tiro y retiro a un largo discontinuo con un cruce. Lugar de cruce y alternancia entre tiro y retiro, atajo y libertad para el lector que ambula. (Sospecho que de tal condición fuimos todos, es decir de lectores ambulantes. Nadie pudo haberla leído toda. No era para eso, pero sí era preciso construir la expresión de la totalidad).

 

3. Tabularidad del texto

    La estructura natural de textos se juega en la definición de distintos niveles o profundidades textuales, es decir, títulos y subtítulos se suceden en jerarquías que pueden llegar a ser muchas, pero normalmente, no supera los 6 niveles. (un caso extremo: el Tractatus de Wittgenstein)

   Por ejemplo, en la partitura de un libro (digo partitura por referirme a su dimensión lineal discursiva) se pueden distinguir partes (comúnmente capítulos), secciones y subsecciones, apartados, notas, etc. Tal es el cálculo del ritmo de la demora de la obra gráfica.

   El lenguaje científico tecnológico actual ha formalizado su discurso con este tipo de estructuras tabulares. Este modo es común a diversas disciplinas como por ejemplo: las leyes, los manuales de todo tipo, los códigos de programación, las taxonomías biológicas y las matemáticas con sus variados paréntesis.

   Cualquier texto así estructurado puede ser representado de manera lineal o con una estructura jerárquica de árbol.  Esto no pareciera ser gran cosa, pero en realidad es un prodigio. Significa que una línea puede contener más dimensiones.

¿Cuál es el secreto?

   Los paréntesis. Lo que está fuera del paréntesis se convierte en metalenguaje de lo que está adentro, el paréntesis define conjuntos y los titula, los agrupa en conjuntos mayores, etc.

Nota al margen:
otra faceta de la relación simultáneo-continuo: el árbol también ha de volverse lineal, si se quiere y viceversa. ¿Qué dimensión se altera? El antecesor y sucesor lineal se vuelve antecesor y sucesor grueso, de capas y niveles.

   En el taller se trabajó en base a esta hipótesis para estudiar los dibujos (dibujos-árbol) para descomponerlos en un régimen de contenedores y contenidos sucesivos. Por ejemplo: dibujo de la ciudad, una calle. La fachada, contenedor de ventanas, vitrinas, puertas, letreros. Cada uno de ellos con sus partes, etc.

   Se definió a la unidad mínima como aquella capaz de contener una palabra, es decir, que se pudiera leer aisladamente y que no perdiera significado. A ello llamamos grafía, mínimo dibujo legible, es decir, con palabra.

4. Videósfera 

   Fotografía, cine, televisión, computador: en un siglo y medio, de lo químico a lo numérico, las máquinas de la visión se han hecho cargo de la antigua imagen “hecha por la mano del hombre”. De ello ha resultado una nueva poética, o sea una reorganización general de la visión del mundo. Andando, andando, hace ya más de 30 años hemos entrado en la videósfera, o era de la televisión. Nada nuevo bajo el sol.

   La Presentación en el taller se abordó así, como la pregunta que nos hacemos por la imagen del mundo actual. ¿Cómo es ella? ¿Cuál es su sintaxis?

Nota del taller de América:
Alberto dice: “El mundo actual se construye para que lo lejano y lo cercano sean de suertes iguales”. Quien expone un discurso, lo hace en una sala sin luz natural, con la luz atenuada y proyecta imágenes para acompañar (o más que acompañar: visualizar) su discurso y habla por un micrófono para amplificar su voz.

    ¿Qué es eso sino la pantalla? Porque quienes asisten a dicha exposición, asisten a la película de la exposición, ya no le ven los ojos al que expone. Él bien podría estar transmitiendo en otro lugar o bien podría haber grabado todo antes.
  
   La imagen en la pantalla ha cambiado su modo de ser temporal para siempre. Su tiempo verbal ha pasado del infinitivo al gerundio. La imagen se le ha atravesado al tiempo, y desde ahora es “siendo”, ella ya no resiste 10 segundos inmóvil. Es increíble pero una imagen cualquiera, moderna incluso, del siglo XX, por ej. el Guérnica de Picaso (pre videósfera) no resiste más de 10 segundos en una pantalla de televisión.

   En el taller pensamos que al diseñador gráfico le compete este espacio: le compete la sintaxis articuladora, las continuidades conectivas, los espacios “entre”.

   El proyecto consistió en eso, en la imagen y las  secuencias de continuidad de un canal de televisión. En el trabajo de joyería de la ecuación de la imagen simultáneo-continua, de aquella imagen que está siendo, imagen cinética. Si comprendemos la ley del continuo, si gobernamos la ley de la encadenación, estamos en propiedad de una “dicción gráfica”, esta la ilación, de suyo poética, que nos inscribe en el ahora.

   Precisamos de un mandato poético para ceñirnos al encargo, jugamos a la suerte de las cartas. La poesía nos otorgó una medida de fidelidad, no dio un guión para que nos hiciéramos cargo de él. Así, este encadenamiento de las secuencias del taller se llamó “1 o +, la ópera del léxico”. Cada uno a cargo de un segmento de lectura y tres variaciones del mandato.

   Así, pudimos tentar una imagen de mundo, porque en el flujo siempre la imagen será la última, siempre permanecerá nueva: tal es la promesa de este medio y construir eso es lo que se espera de nosotros.

Pregunta abierta para el taller:
Acerca de la notación gráfica de las secuencias: ¿Cómo es la partitura que nos permita proyectar una secuencia? ¿Podrá definirse una anotación convencional rigurosa que sea inequívoca para expresar a la imagen en velocidad?
¿Cual es el sentido contemporáneo de la transparencia? Esa transparencia, cifra de los simultáneo-continuo. ¿A qué se abre y qué nos revela?

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